Hace más de tres décadas, durante una visita oficial a Washington, Jaime Paz Zamora entregó una cruz familiar al presidente estadounidense George Bush. No fue un regalo cualquiera. Bush, conmovido, dejó una promesa escrita: la cruz sería guardada en la Biblioteca de la Casa Blanca y solo regresaría a Bolivia cuando uno de los hijos de Paz Zamora llegara a ser presidente.
Por años, esta historia se contó en voz baja, casi como un recuerdo familiar imposible de comprobar.
La carta que lo confirma todo
Hoy, documentos históricos revelan una carta en la que Bush agradece el gesto y asegura que conservará la cruz “en un lugar de honor”. Lo que muchos creyeron mito tenía respaldo, tinta y firma.
La promesa se cumple
Con Rodrigo Paz jurando como presidente de Bolivia, aquel pacto vuelve a la vida. La cruz regresa a su hogar, no como un simple objeto, sino como símbolo de memoria, destino y continuidad familiar.
Una historia que une países.
Una promesa que cruzó fronteras.
Un legado que esperó el momento exacto para volver.