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El Pacto Oculto: Cómo Gobiernos Bolivianos Ocultaron a Klaus Barbie, el Nazi Más Buscado

Una credencial militar boliviana y un «Acta de Lealtad» firmada en 1980 son la prueba definitiva. Klaus Barbie, el «Carnicero de Lyon», no fue un fugitivo escondido. Fue un operador de alto rango integrado en el corazón del Estado, cuyo trabajo fue coordinar la represión continental.

La Ruta de la Fuga: De la CIA a las Calles de La Paz
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, los servicios de inteligencia estadounidenses reclutaron a Barbie por su expertise anticomunista. En 1951, lo trasladaron a Bolivia bajo la identidad falsa de «Klaus Altmann». El gobierno de Hugo Ballivián le otorgó refugio y documentación, iniciando su larga estadía en el país. Pronto estableció la empresa «Transmarítima», una fachada perfecta para sus actividades de inteligencia y reclutamiento de personal para aparatos de seguridad.

La Sombría Diplomacia del Terror
A fines de 1977, en una hacienda de los Yungas, se selló un pacto siniestro. Representantes de las dictaduras de Chile, Argentina y Bolivia se reunieron para coordinar el Plan Cóndor. Klaus Barbie no fue un invitado más; fue el delegado boliviano. Su experiencia en Lyon lo convertía en el asesor ideal para la caza de opositores. Desde ahí, abrió las puertas del país a neofascistas europeos con «un abultado repertorio de actividades terroristas».

«Los Novios de la Muerte» y el Golpe de la Cocaína
Barbie comandó un cruel grupo paramilitar del mismo nombre. Este escuadrón secuestraba dirigentes de izquierda, adiestraba represores y fue clave en el sangriento golpe de Estado de Luis García Meza en 1980, conocido como el «golpe de la cocaína». Su brazo ejecutor en el gobierno era el ministro Luis Arce Gómez, quien públicamente amenazaba: los opositores «debían caminar con el testamento bajo el brazo».

El Documento que lo Compromete Todo
El 12 de febrero de 1980, en las oficinas del Departamento II del EMGE, Barbie y Arce Gómez firmaron un «Acta de Lealtad». El nazi se comprometió a «prestar servicios de orden incondicional» en inteligencia y a «participar directamente en planeamiento y operaciones». Como pago, el Ejército Boliviano le otorgó el grado de Teniente Coronel Honorífico y garantizó su impunidad. El Carnicero de Lyon era, oficialmente, un oficial del Estado boliviano.

El Final en Bolivia: Periodistas Amenazados y una Extradición
En 1981, periodistas que intentaron entrevistar a Barbie en su casa de Cala Cala, Cochabamba, fueron detenidos por el SES, la policía política de Arce Gómez. Los interrogaron bruscamente y los amenazaron con tortura. El régimen protegía a su asesor. La caída del gobierno de García Meza terminó su impunidad. En 1983, el presidente democrático Hernán Siles Zuazo lo extraditó a Francia, donde fue condenado a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad.

Una Herencia de Impunidad y Nostalgia
Barbie murió en prisión en 1991, pero nunca se arrepintió. En cartas desde su celda, justificó sus actos como su «deber» y guardó la esperanza de que sus «influyentes amigos bolivianos» lo trajeran de vuelta. Sus descendientes viven en Bolivia, un mudo testimonio de la profunda y oscura huella que un criminal de guerra nazi logró imprimir en las estructuras de poder del país.