El “zar antidrogas”, Ernesto Justiniano, anunció que la DEA retornará “muy pronto” a Bolivia, tras 17 años de ausencia. Afirmó que el regreso es posible porque “existe un compromiso político y eso es lo más importante”, en referencia al nuevo gobierno de Rodrigo Paz. La administración busca un cambio profundo frente a la política antidrogas aplicada durante los gobiernos de Evo Morales y Luis Arce.
Cooperación internacional como eje central
Justiniano explicó que la prioridad será reactivar el intercambio de información con Estados Unidos y otros países de Sudamérica y Europa. “La cooperación internacional es fundamental”, señaló. El objetivo es frenar el crecimiento del narcotráfico y mejorar la capacidad operativa del Estado, afectada por millonarias deudas para el mantenimiento de avionetas y helicópteros antidroga.
Cifras “exorbitantes” y urgencia de control
Según Naciones Unidas, Bolivia es el tercer productor mundial de coca y cocaína. Justiniano alertó que “los números son exorbitantes” y estimó que el país estaría fabricando unas “300 toneladas al año”, el doble que en gestiones anteriores. Explicó que la tecnología de producción se ha modernizado y que ahora se requieren “140 a 160 kilos” de hoja para obtener un kilo de cocaína, frente a los 345 kilos de décadas pasadas.
Un retorno que genera tensiones internas
Aunque el gobierno considera estratégica la presencia de la DEA, el anuncio incomoda al sector cocalero del Chapare, históricamente opuesto a la agencia estadounidense. Con 31.000 hectáreas de coca y una economía golpeada, el Ejecutivo sostiene que el país ya no puede seguir “aislado” y necesita apoyo externo para enfrentar el narcotráfico.