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Entre fe y poder: cuando la Iglesia transformó mujeres sabias en brujas quemadas

El origen de la caza de brujas
La persecución de brujas comenzó principalmente entre los siglos XV y XVII en Europa. Antes del cristianismo, las sociedades ya reconocían a mujeres con conocimientos sobre hierbas, medicina y rituales, pero eran vistas como sabias o sanadoras. Con la expansión del cristianismo, la Iglesia reinterpretó estas prácticas ancestrales como pactos con el diablo. Las víctimas eran en su mayoría mujeres independientes, parteras y herbolarias, cuya supuesta “culpa” incluía desde ayudar a partos hasta enseñar remedios anticonceptivos. Entre 40.000 y 60.000 mujeres murieron en Europa, muchas sometidas a torturas físicas, privación de agua y hambre antes de ser ejecutadas.

El rol de la Iglesia Católica
La Iglesia, especialmente a través de la Inquisición y manuales como el Malleus Maleficarum (1487), definió la brujería como herejía y pacto con Satanás, legitimando la persecución. Papas como Inocencio VIII y Sixto V emitieron bulas que castigaban severamente cualquier forma de control de natalidad, reforzando la idea de que las parteras y herbolarias eran amenazas morales y sociales. Las ejecuciones eran justificadas como defensa del orden divino y la santidad de la vida, aunque en la práctica también aseguraban obediencia y control social.

Expansión y cifras por regiones
Aunque la Iglesia influyó directamente, los tribunales civiles y eclesiásticos locales amplificaron la persecución. Alemania, Suiza, Escocia y Francia fueron los países más afectados. En Bamberg, entre 1623 y 1633, se documenta que 600 mujeres fueron ejecutadas; la mayoría eran parteras. La persecución se volvió un fenómeno europeo, donde el miedo colectivo y la propaganda religiosa alimentaron un ciclo de acusaciones y torturas.

Por qué las parteras y herbolarias eran vistas como peligrosas
El conocimiento de plantas, remedios y métodos anticonceptivos otorgaba poder sobre la reproducción y la salud. En una sociedad donde el control social y religioso era absoluto, estas mujeres representaban un desafío al poder masculino y eclesiástico, lo que las convirtió en chivos expiatorios de la superstición y del miedo al desorden social.

Línea de tiempo: caza de brujas

Línea de tiempo: la caza de brujas

Antes del cristianismo
Sabiduría femenina
Mujeres eran sanadoras y guías comunitarias con conocimientos de medicina y herbolaria.
Siglo XV (1400s)
Inicio de la caza de brujas
Surge Malleus Maleficarum (1487), legitimando persecuciones de mujeres por la Iglesia.
Siglo XVI (1500s)
Bulas papales
Papas como Inocencio VIII emitieron decretos que castigaban la brujería y el control natal.
1580-1630
Parteras perseguidas
Mujeres con conocimientos de plantas anticonceptivas fueron acusadas de brujería.
1623-1633
Ejemplo de Bamberg
Se ejecutaron unas 600 mujeres, principalmente parteras enseñando métodos de control natal.
Finales siglo XVII – XVIII
Declive de la persecución
La ciencia y cambios sociales redujeron el poder de la Iglesia; la caza de brujas terminó.

Mujeres que desafiaron el poder
A lo largo de la historia, muchas mujeres fueron acusadas de brujería por ejercer conocimiento y autonomía. Tituba, esclava en Salem (1692), fue señalada por supuestos pactos con el diablo, detonando la histeria colectiva que llevó a la ejecución de 19 personas. En Inglaterra, Ursula Kemp (1582), partera y curandera, murió acusada de causar la muerte de un niño. En Irlanda, Alice Kyteler (1324), mujer rica e independiente, fue condenada por brujería y envenenamiento de sus maridos, mientras que en Escocia, Agnes Sampson (1591) fue ejecutada tras acusaciones de hechicería vinculadas a tormentas que afectaron a la corte real. En Alemania, ciudades como Bamberg y Würzburg registraron la ejecución de cientos de parteras y herbolarias durante el siglo XVII. Estos casos muestran un patrón: el saber femenino, su independencia y su influencia social eran percibidos como una amenaza, lo que se tradujo en persecución y muerte bajo la justificación de la brujería.

El final de la caza de brujas
La persecución disminuyó a finales del siglo XVII y principios del XVIII por varias razones: el avance del racionalismo y la ciencia, la crítica de intelectuales y juristas, y la incapacidad de los tribunales para sostener acusaciones infundadas. Para entonces, la conciencia social y el cambio cultural habían limitado el poder de la Iglesia sobre la vida cotidiana, cerrando un capítulo oscuro de control y violencia.